lunes, 2 de agosto de 2010

Epoca Hispánica

Época Colonial
Época Colonial La actual República de Guatemala fue conquistada en 1524 por el capitán Pedro de Alvarado, con la ayuda de un ejército de auxiliares indígenas provenientes de México. Su expedición obedeció al deseo de Hernán Cortés conquistador del Imperio Azteca, de llegar más al sur del territorio recién conquistado y del cual le llegaban noticias. Alvarado aprovechó la situación política de la región que consistía en un enfrentamiento entre dos de los pueblos o señoríos con mayor desarrollo y organización social presentes en lo que hoy es Guatemala: los cakchiqueles y los quiches, de esa cuenta con el apoyo de los cakchiqueles Alvarado vence a los quiches, se apodera de su capital y sojuzga a sus reyes. Posteriormente se trasladó a Iximché capital del reino Cakchiquel y funda allí la ciudad de Santiago de Guatemala el 27 de julio de 1524, siendo esta la primera capital de Guatemala la cual fue trasladada posteriormente por una rebelión del pueblo cakchiquel contra los conquistadores. Sojuzgada la rebelión, Jorge de Alvarado hermano del Adelantado Pedro de Alvarado, traslada la ciudad de Santiago al Valle de Almolonga en las faldas del Volcán de Agua. Guatemala, junto con el resto del territorio de Centroamérica constituyó la Capitanía General del Reino de Guatemala y la primera sede del gobierno estuvo en la Ciudad de Gracias en Honduras, emplazamiento fundado por Cristóbal Colón al salvarse de una tormenta tropical que lo empujó al Golfo de Gracias a Dios donde encontró refugio. Posteriormente en 1549 se trasladó la Audiencia a la Ciudad de Santiago en su posterior asentamiento en el Valle de Panchoy en la cual permaneció hasta la destrucción de esta ciudad por una serie de terremotos y el traslado a la actual Ciudad de Guatemala de la Asunción a finales de 1775. En los primeros años y etapas del período colonial fueron los funcionarios venidos de Castilla los que se hicieron cargo de la administración del territorio, pero a medida que se establecían con sus familias y tenían descendencia, fueron los criollos quienes ocuparon puestos de responsabilidad y gozaban de privilegios y prerrogativas.

Con la constitución de la República de Indios para tratar de una forma especial a la población nativa, se hace una separación entre unos y otros. Las Leyes Nuevas de 1542 en su afán reformista hasta cierto punto, no lograron romper con el sistema económico social establecido aquí, que constituía en la reducción de los indígenas a quienes denominaban indios. Estas reducciones en Guatemala constituyen lo que se llamó “pueblos de indios”, que estaban a cargo de un encomendero que junto con la responsabilidad de darles alimento, protección y enseñarles la fe cristiana, podía disfrutar a cambio de mano de obra barata y un control total sobre la población sojuzgada que estaba encomendada a su cuidado.

Este sistema imperó durante los casi tres siglos de dominio hispánico en Guatemala y perduró muchísimos años después de haber sido proclamada la Independencia. Junto a este proceso surgió una clase de gente marginada en los primeros años de la colonia, que creció numéricamente y en importancia, la cual llegó a constituir a principios del Siglo XIX más o menos la tercera parte del total de la población. La variedad de mezclas raciales dio origen a los mestizos que fueron denominados mulatos, zambos, cuarterones, mestizos, castizos, etc.

Estaban presentes también en la población habitantes de color que eran esclavos o libertos. Entre los mestizos hubo artesanos, artistas, pequeños agricultores, dependientes y funcionarios de menor categoría etc. Este grupo dio origen a los ladinos, nombre que se aplicó originalmente a los indios castellanizados, que en los siglos XIX y XX se convirtieron en un elemento social muy importante en la vida económica y política del país. No obstante la población indígena fue el elemento más numeroso en la sociedad colonial, pese a que durante las décadas iniciales de la conquista, sufrieron una disminución demográfica acelerada que llego a preocupar seriamente a las autoridades hispánicas. Esta catástrofe se debió más al trabajo forzado a que fueron sometidos los indígenas y no precisamente a las guerras que supusieron la conquista.

Asimismo a las frecuentes epidemias de enfermedades desconocidas para los indígenas de aquella época. La normalización de la población indígena en cuanto a su crecimiento se alcanzó hasta principios del Siglo XVIII. A fines de la época colonial puede estimarse la población de la actual Guatemala, en unos 600,000 habitantes, de los cuales las dos terceras partes eran indígenas. Conviene volver atrás y analizar la situación del indígena al momento de la conquista y la colonización, esto porque como se verá en los otros períodos históricos, es en este punto donde se explica el por qué de su condición actual dentro de la sociedad guatemalteca y al mismo tiempo, permite comprender mejor sus expresiones culturales que son el vehículo que han utilizado para conservar su historia, su sabiduría y tradiciones. Durante las guerras de conquista los españoles convirtieron en esclavos a los prisioneros de guerra que fue aumentado en los años subsiguientes, este flujo de esclavos fue posible gracias a los que les suministraban los señores indígenas que también los tenían y era una forma de congraciarse con los conquistadores.

Los españoles necesitaban esclavos para trabajar la tierra, pues se dieron cuenta que en esta región no había oro ni plata como fue el caso de México y Perú. La única riqueza aprovechable era la agricultura y el comercio. Aunque como se ha señalado ya, las Leyes Nuevas de 1524 trajeron una serie de beneficios para la población indígena, entre ellas que no podían ser sometidos a esclavitud, fueron entregados a los encomenderos en calidad de encomienda. La Encomienda se convirtió en una institución que hizo de los indígenas siervos de sus encomenderos, porque estos no se conformaron con recibir el tributo, sino que exigieron otros servicios personales. La evangelización de Guatemala Uno de los objetivos de la conquista era la evangelización de los habitantes de los territorios recién conquistados. Junto con los motivos económicos, el anuncio de la fe católica era tarea fundamental a llevar a cabo por parte de los misioneros que acompañaban a los conquistadores. La Corona asumió está labor como un proyecto primordial por medio del Real Patronato o Regio Vicariato Apostólico, privilegio por el cual la Santa Sede otorgó los poderes especiales al Rey para el control del proceso.

De esa cuenta la evangelización de Guatemala se llevó a cabo según los parámetros establecidos por la Corona. La evangelización de los pobladores nativos de Guatemala supuso la introducción de una nueva creencia que pretendió erradicar sus antiguas formas de religiosidad. El producto fue un sincretismo religioso en el cual junto con elementos de los ritos católicos, se conjugan aspectos propios de la espiritualidad indígena. Esto se aprecia aún hoy en día en las costumbres y tradiciones de las poblaciones de mayoría indígena, que imprime un carácter particular a la forma de celebrar el ciclo litúrgico católico. Pero aún con el empuje con que contó la evangelización por parte de la Corona, las antiguas creencias indígenas perduraron y se fueron transmitiendo oralmente de generación en generación. Esto se debe a que el proceso de evangelización no fue uniforme, es decir, el proyecto en si mismo varió en sus métodos según el momento y las circunstancias del lugar.

En las zonas urbanas y los poblados cercanos a ellos, la evangelización se realizó con ímpetu; pero en las zonas rurales, especialmente montañosas y de difícil acceso, las dificultades para llegar hasta ellos, impidió un seguimiento constante de la evangelización, lo que permitió que la religiosidad ancestral sufriera pocas alteraciones en su desarrollo. Especial mención merece la conquista de la región de la Verapaz, la cual no se llevó a cabo por medio de las armas sino de forma pacífica por parte de los misioneros encabezados por Fray Bartolomé de las Casas. La impronta de la evangelización en la cultura guatemalteca es ingente.

No obstante la destrucción de los libros en los cuales se contenía la tradición religiosa indígena, fueron los mismos evangelizadores quienes rescataron parte de esta tradición y realizaron los primeros trabajos de traducción de esos textos, como ejemplo puede mencionarse el descubrimiento y traducción del Popol Wuj por parte de Fray Francisco Ximénez, quien ejercía como párroco en la parroquia de Santo Tomás Chichicastenango, en cuyos muros descubrió el libro sagrado de los mayas – quichés.

En el arte se refleja también la fuerza del proceso evangelizador. La pintura y la escultura guatemalteca son fieles testimonios del éxito del proceso en las zonas urbanas y áreas circunvecinas. La perfección en las tallas de las imágenes, con un encarnado de primera calidad, un estofado impresionante así como la expresión y sentimientos que transmiten esas imágenes, reflejan la perfección alcanzada por la escultura del período colonial o hispano guatemalteco. La pintura también refleja esta realidad, los temas religiosos son los predominantes, con un claro estilo barroco que constituye la forma de plasmar plásticamente la mentalidad que forjo la evangelización en los guatemaltecos y que perdura en la actualidad. Pero uno de los ejemplos más claros de lo que supuso la evangelización para el país lo constituye la arquitectura. En la fachada de las iglesias colonias de claro estilo barroco, se hace presente la forma en que se trato de inculturar la fe en esta región. El uso de elementos fitomorfos y zoomorfos considerados como elementos ornamentales, transmitían a los indígenas un mensaje, era una forma de plasmar en estuco toda la tradición religiosa anterior a la evangelización. Es así como en las fachadas de las iglesias construidas en este período, se contiene mucho de la cosmovisión indígena y son un ejemplo visual de la inculturación de la fe en Guatemala

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